Las Cuevas de Ajuy, algo diferente que ver en Fuerteventura
En islas como Fuerteventura hay bastantes lugares en los que vale la pena detenerse, observar y admirar lo que nos rodea pero, quizás el más importante de todos sea el que se encuentra entorno a un pequeño pueblo al oeste de la isla. Allí se localizan las Cuevas de Ajuy, testimonio del pasado de las islas Canarias.
Y es que cada una de las Canarias poseen un enorme valor geológico. Casi en cada rincón hay vestigios de una era violenta en la que periodos de vulcanismo se alternaron con calmas en las que la erosión hizo de las suyas. Es por ello que en islas muy antiguas y erosionadas como Fuerteventura sea motivo de alegría encontrar lugares como Ajuy.
La importancia de las Cuevas de Ajuy
Las Cuevas de Ajuy destacan por su elevado valor geológico, paleontológico y etnográfico. En pocos lugares se pueden ver materiales primigenios que datan del origen de las islas Canarias pero es que también se pasea por antiguas dunas consolidadas, por zonas en las que los fósiles marinos son evidentes y observables a simple vista. Hay que tener en cuenta que Ajuy es de los pocos lugares en lo que se puede ver la corteza oceánica tal y como se formó hace unos 70 millones de años.
Igualmente, el entorno de las Cuevas de Ajuy ha tenido una historia relacionada con la extracción, explotación y exportación de la cal principalmente. Testigo de ello son los hornos de cal que hay en la zona y los restos del pescante junto al pequeño embarcadero cercano. En ellos, y el conocido como Puerto de la Peña, llegaron a embarcarse cereales, papas, algodón y ganado hacia el resto de islas.
Camino y visita a las Cuevas de Ajuy
Situado entre dos barrancos, el barrio de Ajuy apenas cuenta con un puñado de casas, unos de 150 habitantes y algunos restaurantes en los que el olor a mar lo envuelve todo. La carta rebosa con pescados frescos y productos de la tierra, un buen lugar frente al mar donde detenerse a saborear lo mejor de la gastronomía de Fuerteventura tras la visita a las Cuevas de Ajuy y, si el tiempo acompaña, tras disfrutar de una de las pocas playas de arena negra que hay en la isla (se dice que los atardeceres son espectaculares).
El camino hacia las Cuevas de Ajuy da inicio sobre un lateral de la playa. Mirando hacia el mar a mano derecha vemos una senda que serpentea ligeramente sobre el acantilado y que en su punto más alto permite un vista fantástica del pueblo y la playa. El viento sopla fuerte, cosa habitual en esta vertiente de Fuerteventura, y fresco por lo que a pesar del sol nos abrigamos antes de toparnos con la primera de las cosas interesantes que ver durante el recorrido, unas dunas fósiles que se asemejan a una ola petrificada.
Las dunas fósiles son las más antiguas de la isla y suelen estar compuestas en un 90% de material orgánico. Estas dunas han quedado quietas, expuestas al viento y al salitre dejando a la vista en algunos casos conchas de moluscos o caracoles, restos de aves y un largo etcétera que ayudan a los científicos a dar forma a cómo era Fuerteventura en su origen. Hay que tener en cuenta que hace miles de años el nivel del mar estaba a unos 130 metros por debajo del nivel actual.
Siguiendo el camino vemos restos de hornos de cal, allí era donde se calcinaba la piedra caliza para obtener la cal utilizada en la construcción. Esto generó una industria capaz de complementar a la agricultura del cereal que dependía en cierta medida de unas condiciones ambientales favorables. Se sabe que la obtención de cal fue incluso más importante por su elevada producción (se contabilizaron 17 caleras) y duración en el tiempo (se tiene constancia de esta actividad desde el siglo XVI).
Nos asomamos a lo que queda de un horno de cal que ha de tener por lo menos 7 metros de altura y seguimos caminando hacia lo que fue un embarcadero. Las caleras solían estar junto a un muelle que facilitara el embarque del material obtenido. Curiosamente el Puerto de la Peña fue uno de los tantos de Fuerteventura utilizados aunque contaba con unas condiciones de mar y viento poco favorables por lo que con el tiempo el Puerto de Cabras (actualmente Puerto del Rosario) acabó ganando relevancia.
Todo el camino va paralelo a la costa y discurre sobre acantilados que se elevan una decenas de metros sobre el mar. A lo lejos vemos un gran acantilado formando una preciosa bahía rocosa, la altura impresiona tanto como las cuevas que se dibujan a sus pies. Sin embargo ese no es el destino final de nuestro camino. De repente nos encontramos con unas barandillas de madera, unos escalones que descienden hacia el mar y tras una esquina nos encontramos ante una de las Cuevas de Ajuy.
Las Cuevas de Ajuy, Monumento Natural en Fuerteventura
Las Cuevas de Ajuy están consideradas como Monumento Natural y forman parte de Parque Rural de Betancuria. Humedad y una oscuridad acentuada por el negro de las paredes de basalto nos recuerdan el poder de la naturaleza. La cueva en cuestión tiene unos 40 metros de altura y es fruto de una colada de lava que no debió ser pequeña. Bajamos hasta la orilla donde hay un rompeolas natural que impide que el mar entre.
Es tiempo de fotos y de sentirnos miserablemente pequeños y a merced de lo que pudiera salir de la cueva, del mar que pega fuerte a nuestras espaldas, del oscuro de lo más profundo de la caverna. Fotos y más fotos antes de regresar por donde vinimos. La visita ha valido la pena a pesar de que en ningún punto de la ruta hemos encontrado información alguna de las dunas fósiles o de la industria calera o de las Cuevas de Ajuy. Punto negativo este que sería fácilmente subsanable teniendo en cuenta que es uno de los lugares más visitados de Fuerteventura.
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2 Respuestas a “Las Cuevas de Ajuy, algo diferente que ver en Fuerteventura”
Interesante y útil, gracias!
Gracias a tí por leernos, Jose Antonio!